Contacto de referencia: Irantzu Ortega. Educadora Social del Programa Hemen.
Programa HEMEN: https://www.cear-euskadi.org/que-hacemos/atencion-social
Tras varios días de incertidumbre, el pasado 14 de marzo de 2020 se determinó un estado de alarma, debido a la situación de crisis sanitaria que estábamos viviendo, lo cual desembocó en un repentino confinamiento domiciliario general. Este hecho inaudito provocó la interrupción de todos sus procesos de incorporación social además de dudas e incertidumbres ante esta nueva situación.
Para comenzar, es imprescindible tener en cuenta la barrera idiomática que la mayoría tienen para comprender todos los decretos y las normas que dicha situación conllevaba. Sin mencionar, que la falta de cumplimiento de las mismas ha sido, y sigue siendo, motivo de sanción. Otro problema añadido.
Por otro lado, prácticamente todos carecen de redes sociales y familiares en este contexto, con lo cual se han visto obligados a permanecer en viviendas donde alquilan o comparten una habitación, a veces de dudosa dignidad. Por no mencionar los que han permanecido en albergues. A esto hay que añadir que son personas que cuentan con escasos recursos económicos como para, por ejemplo, afrontar unas compras dignas de acopio, en un contexto de escasez de productos. También ha sido complicado mantenerse conectados, digitalmente hablando, ya que la mayoría compran recargas de internet y, de repente, se han visto sin posibilidad de utilizar wifi en espacios gratuitos y han tenido que permanecer sin conexión a la red.
Si seguimos compartiendo sus limitaciones, nos encontramos con que la mayoría tienen que realizar periódicamente gestiones con la administración o están inmersos en procesos de tramitación de sus respectivas autorizaciones de residencias con la Subdelegación de Gobierno. ¿Qué puedes hacer cuando la administración la única alternativa que te da es hacer una gestión de manera telemática cuando no cuentas con la conectividad, el equipamiento adecuado o las habilidades digitales necesarias?. Es difícil trasladar el nerviosismo y la frustración que supone no saber cómo vas a poder contar con dinero el mes que viene o tu autorización de residencia va a caducar y no saber si podrás renovarla.
Otro proceso que se ha visto brutalmente interrumpido ha sido el educativo. Y es que no contar con los medios y habilidades suficientes para poder mantener una educación en modalidad on line ha supuesto que hayan perdido un tiempo valioso en sus respectivos procesos de incorporación social y laboral. Ligado a esto ha sido la cancelación de las prácticas o el atraso de las mismas, cuestión de gran preocupación para estos jóvenes ya que la mayoría logra su inserción laboral una vez finalizadas las mismas.
Todo esto ha ocurrido y nos falta mencionar el impacto psicológico y emocional que ha supuesto, y sigue suponiendo, para estos jóvenes. Como si fuera poco el que ya llevaban por dentro fruto de sus procesos migratorios muy impactantes en muchos casos.
Por todo lo anteriormente mencionado, es fundamental tener en consideración y valorar el papel tan primordial que jugamos las entidades que acompañamos a diferentes colectivos, en este caso jóvenes, para que puedan superar las diversas dificultades que se les presentan, que si ya las había antes del coronavirus muchas se han visto agravadas, además de hacer el ejercicio de identificar posibles oportunidades que se presentan en esta nueva normalidad en pro de una justicia e igualdad social que todo el mundo nos merecemos, como personas que somos.